jueves, 24 de agosto de 2017

Faltan las locas: ataduras del sistema en cuanto enfermedades mentales y estigmatización de ellas.


Para tratar este tema, es importante aclarar antes dos definiciones en torno las cuales tendrá lugar este debate; la primera, y más importante, es la de enfermedad mental; según la oms, es una alteración de tipo emocional, cognitivo y/o comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc. Lo que dificulta a la persona su adaptación al entorno cultural y social en que vive y crea alguna forma de malestar subjetivo... Y aquí es donde entra el estigma social que sufren las personas con enfermedades mentales.



En esta sociedad lo que se sale de la normalidad, o hablando con la jerga psiquiátrica de la salud mental en un estado de bienestar, se tacha de raro, de incorrecto  incluso puede llegar a dar miedo... Y aquí es donde entramos en la segunda definición importante: estigmatizar, que se dice de quitar valor o mérito a una persona.
Por lo que cada vez que estigmatizamos a una persona con enfermedades mentales, le estamos quitando valor a esta... Parece ser que no es suficiente que estas personas sufran discapacidades y dificultades de integración, sino que además le quitamos importancia, la hacemos irrelevante.



Las actitudes sociales de rechazo y una imagen social negativa hace que estas personas se aíslen y marginen, por lo que la autonomía tanto personal como económicas a veces son nulas.
Además que sólo el 5 por ciento de las personas con enfermedades mentales trabajan en un puesto fijo y un 44 por cierto asegura que le han rechazado por un estigma social.



Aclarados estos términos, me gustaría centrarme en las enfermedades mentales y las mujeres ya que una de cada cinco sufre una de ellas, es decir, el doble que los hombres; hay muchos factores para que esto suceda, pero sobretodo son los factores sociales, como la violencia machista, estar en paro o el simple hecho de ser mujer (trabajo doméstico, sobrecarga de trabajo, violencia psicológica)



Por ejemplo la disyuntiva actual hace que si las mujeres no se conforman con el rol tradicional de esposa y madre, se ven compitiendo con los varones en entornos laborales masculinizados. Si optan por el desarrollo de una profesión y la maternidad, tienen que decidir por dos roles difícil de compatibilizar que generarán insatisfacciones y conflictos personales.
Las enfermedades más comunes dentro de las mujeres son la depresión, ansiedad, trastornos alimentarios...



En cuanto a la relación de las enfermedades mentales a lo largo del tiempo, se pasó en la edad antigua, pasando por el renacimiento hasta el S.XVIII de creer que las personas estaban endemoniadas y quemadas en la hogueras a ser encerradas por tiempo ilimitadas en la época de la Ilustración, donde  no sólo internaban a los enfermos mentales, sino a trabajadoras sexuales, homosexuales o todo lo que se saliese de la norma.



Pasando al S.XX Se desarrollaron clasificaciones internacionales, diferentes psicoterapias y la aparición de la psicofarmacología: donde se elabora un sistema de psiquiatría descriptiva que todavía se emplea para clasificar los trastornos mentales de acuerdo a la conducta que presentan los pacientes y a la evolución del cuadro clínico.



Pero a la vez siguen los manicomios y psiquiátricos haciendo experimentos con los enfermos mentales como electroshock.



Actualmente en cuando a la psiquiatría y la resolución de los problemas psiquiátricos, el estado español lo que hace es haber pasado de tener atados, literalmente a los pacientes en psiquiátricos a tenerlos atados por las pastillas.




domingo, 6 de agosto de 2017

"Gorda o delgada me resbala" una oda hacía mi cuerpo.

Que si patas de gallos, piel de naranja, raíces, que si estrías, y mil bobadas más que el heteropatriarcado me intenta meter en la cabeza, cuando yo lucho día a día por amar mi cuerpo... Todos esos adjetivos que me dicen no se dan cuenta que están relacionados con la naturaleza, porque mi cuerpo es sabio y si por algo me ocurren las cosas es porque él sabe lo que necesito.

Puede que simplemente tenga que detenerme un instante a mirarme en el espejo y decirme: me amo, me quiero tal y como soy, y gorda o delgada, me resbala.
Puede que simplemente necesite un poco de calma, de ignorar todo lo que me dicen por la calle, lo que me dice mi familia e incluso amigxs y decir una vez más: me amo.
Porque puede, y sólo puede, que yo no esté provocando a nadie por mi forma de vestir ni por mi cuerpo, simplemente puede, y repito, solo puede que no interfiera la medida de mi cuerpo con la forma en la que me visto.

Y seas hombre, mujer, trans o lo que quieras ser, simplemente sé feliz tal y como eres y con el cuerpo que tienes (o has elegido tener) porque recuerda que la forma en la que te vistes no te condiciona socialmente: ni estás pidiendo guerra, ni estás provocando ni nada por el estilo.

Lo que quiero decir con este escrito, es que el tipo de  cuerpo que tengas no tiene, nunca, que interferir en el tipo de ropa que te pongas... Y os preguntaréis ¿Qué tiene que ver el feminismo con todo esto?
Pues es muy fácil: gracias a él, hemos conseguido que entre otras cosas, no sólo yo, sino miles de personas piensen de manera similar a la mía. Saben que son libres de hacer, decir, vestir y sentir como quieran, sin hacer daño a nadie.

Este escrito va dirigido al colectivo colombine huelva