Que si patas de gallos, piel de naranja, raíces, que si estrías, y mil bobadas más que el heteropatriarcado me intenta meter en la cabeza, cuando yo lucho día a día por amar mi cuerpo... Todos esos adjetivos que me dicen no se dan cuenta que están relacionados con la naturaleza, porque mi cuerpo es sabio y si por algo me ocurren las cosas es porque él sabe lo que necesito.
Puede que simplemente tenga que detenerme un instante a mirarme en el espejo y decirme: me amo, me quiero tal y como soy, y gorda o delgada, me resbala.
Puede que simplemente necesite un poco de calma, de ignorar todo lo que me dicen por la calle, lo que me dice mi familia e incluso amigxs y decir una vez más: me amo.
Porque puede, y sólo puede, que yo no esté provocando a nadie por mi forma de vestir ni por mi cuerpo, simplemente puede, y repito, solo puede que no interfiera la medida de mi cuerpo con la forma en la que me visto.
Y seas hombre, mujer, trans o lo que quieras ser, simplemente sé feliz tal y como eres y con el cuerpo que tienes (o has elegido tener) porque recuerda que la forma en la que te vistes no te condiciona socialmente: ni estás pidiendo guerra, ni estás provocando ni nada por el estilo.
Lo que quiero decir con este escrito, es que el tipo de cuerpo que tengas no tiene, nunca, que interferir en el tipo de ropa que te pongas... Y os preguntaréis ¿Qué tiene que ver el feminismo con todo esto?
Pues es muy fácil: gracias a él, hemos conseguido que entre otras cosas, no sólo yo, sino miles de personas piensen de manera similar a la mía. Saben que son libres de hacer, decir, vestir y sentir como quieran, sin hacer daño a nadie.
Este escrito va dirigido al colectivo colombine huelva
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